septiembre 2025 - Mi Negocio Veterinario
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Es el momento ideal para recordarle a tus clientes que no solo resolvés urgencias, sino que también te adelantás a los problemas. Una campaña sencilla, empática y enfocada puede marcar la diferencia.

Florencia Abadi Plaksin
Mi Negocio Veterinario
florciabadiplaksin@gmail.com

¡Ya no depende solo del clima! Si querés que la primavera sea una oportunidad real para que tu clínica veterinaria también florezca, poné en marcha acciones bien pensadas para conectar, fidelizar y vender mejor en esta época del año. 

La primavera trae más paseos, más tiempo al aire libre y, con eso, nuevos riesgos para la salud de las mascotas: alergias, parásitos e insectos en aumento. Lo que para muchos tutores pasa desapercibido, para tu clínica veterinaria puede convertirse en una oportunidad de educar, prevenir y fidelizar.

El cambio de estación es el momento ideal para recordarle a tus clientes que tu veterinaria no solo resuelve urgencias, sino que también se adelanta a los problemas. Una campaña sencilla, empática y enfocada puede marcar la diferencia. 

La clave está en anticiparse, aportar valor y sostener el vínculo, sin necesidad de grandes presupuestos ni equipos especializados, solo con intención y una propuesta clara.

¿Qué es una campaña estacional?

Se trata de una serie de acciones enfocadas en un tema puntual —en este caso, la primavera— para comunicar, educar y ofrecer. Su objetivo es visibilizar servicios, incentivar chequeos y recordarle al cliente que tu clínica está presente, acompañando el bienestar de su mascota.

¿Por qué funciona? Porque responde a una preocupación real. En primavera aumentan las alergias, los parásitos externos y las picaduras de insectos, entre tantas otras problemáticas sanitarias. Muchos tutores se preguntan si deben reforzar la protección, cómo aliviar síntomas de comezón o si hace falta un control preventivo. Y vos podés estar ahí para responder con empatía… y estrategia.

¿Qué podés hacer?

Ya lo sabés: esperar a que el tutor llegue o vuelva por iniciativa propia no es estrategia, es azar. Y dejar el crecimiento de tu veterinaria librado a la suerte no es una opción. La buena noticia es que no se trata de salir a buscar cientos de clientes nuevos: muchas veces, basta con volver a activar a quienes ya confían en vos.

Paso a paso: cómo crear tu campaña primaveral

1. Empezá por segmentar. En tu sistema de gestión filtrá pacientes que:

  • Tienen antecedentes de alergias cutáneas o prurito recurrente.
  • No compran antiparasitarios hace 60–90 días o más.
  • Sabés que pasan mucho tiempo al aire libre
  • No visitan la clínica desde hace más de 4 meses.
  • Son tutores primerizos

Esos son tus contactos de alto valor: ya te conocen, confían en vos y solo necesitan un motivo claro para volver.

2. Escribiles un mensaje empático, claro y directo: “Hola, ¿cómo estás? Con la primavera aumentan las alergias, pulgas y garrapatas. Nos acordamos que el año pasado Teo tuvo una dermatitis. Este mes ofrecemos un Chequeo de Primavera (revisión breve de piel/orejas + plan preventivo). ¿Querés que agendemos un turno?”

3. Adaptá ese mismo mensaje a los diferentes medios de comunicación: un flyer en papel, una imagen atractiva para redes sociales, estados de WhatsApp… ¡lo que te funcione! Sembrá en varios puntos de contacto y hacé florecer la demanda con prevención bien comunicada.

¿Qué resultados podés esperar?

  • Más visitas preventivas y menos consultas por emergencias.
  • Más cantidad de visitas del mismo tutor.
  • Clientes agradecidos porque tu clínica se adelantó con un recordatorio claro y oportuno.
  • Aumento del ticket promedio, sumando productos de prevención estacional (antiparasitarios, collares, protectores, planes de control).
  • Mayor visibilidad online si pedís reseñas después de cada visita: Google y redes sociales se convierten en un canal de recomendación activa.
  • Fidelización real: los tutores dejan de buscar “veterinaria cerca” y empiezan a asociar tu marca con prevención y cuidado integral.

Recordá: fidelizar siempre es más rentable que captar. Y la mejor forma de hacerloes estar presente justo cuando los tutores te necesitan.

Primavera = renovación y crecimiento

Con un plan simple, mensajes claros y una propuesta concreta podés transformar la estacionalidad en ventaja.
Porque mientras otros esperan a que lleguen las urgencias, vos podés adelantarte, prevenir y fortalecer la confianza de tus clientes.

La primavera no es solo una estación: es el momento perfecto para crecer.

Esta red social no te va a servir para vender consultas, pero sí para integrarte a una red profesional que te permita construir reputación, abrir puertas y conectar con tus colegas.

Dagny Ioanna Hurtado Lemos
www.idharmamarketing.com
gerencia.marketingkpo@gmail.com

Cuando pensamos en redes sociales para veterinarios, las primeras que se nos viene a la cabeza son Instagram o Facebook.
Se trata de plataformas donde los profesionales comparten servicios, casos clínicos, campañas de prevención, o simplemente muestran el día a día en la clínica. Y está perfecto: son canales ideales para conectar con el tutor de mascotas.
Pero… ¿qué pasa con los otros roles que también puede cumplir un médico veterinario? ¿Qué hay de los colegas que dan conferencias, escriben artículos, participan en estudios, investigan o asesoran a empresas u ONG? ¿Dónde comunican su expertise? ¿Dónde se visibilizan?
En muchos casos, estas oportunidades están ahí, pero no se comunican en el canal correcto.

No es solo para buscar trabajo, LinkedIn te permite construir una marca personal sólida y visible entre colegas, decisores y empresas.

Y ahí es donde aparece LinkedIn: una red profesional que, lejos de ser solo para buscar trabajo, permite construir una marca personal sólida y visible entre colegas, decisores y empresas.
Es una red con una visibilidad diferente: no es para vender consultas. Es para construir reputación, abrir puertas y conectar con colegas.

Marca la diferencia

Antes de continuar y para responder la pregunta inicial, me gustaría hacer claridad en el término “Océano Azul”, utilizado para describir ese lugar donde aún hay pocas personas compitiendo por la atención… y por eso es más fácil destacar.
Aquí mi respuesta, ¿es LinkedIn un océano azul para el médico veterinario?
Me atrevería a decir que sí, y no me creas, te invito a que tú mismo hagas el ejercicio y entres a realizar tu propia investigación. Te darás cuenta que muy pocos veterinarios están ahí compartiendo contenido, sin contar con el plus de que es una red donde te ve gente con poder de decisión: marcas, empresas distribuidores, clínicas grandes, conferencias, ONGs.
Ahora, si no tienes una cuenta, o si ya la tienes, pero solo la usas como una hoja de vida digital, es momento de hacer cambios.
Puedes estar subutilizando una valiosa herramienta que podría ser la diferencia en tu carrera.
Porque no solo se trata de redactar un perfil alabándote y dejar tu experiencia, sino que se trata de comunicar asertivamente tu conocimiento, habilidades y capacidades de tal forma que conectes con otros profesionales que deseen colaborar contigo o adquirir tu expertise para tareas puntuales.

Tips para tener siempre en cuenta

Además de dejarte la inquietud sobre el por qué o para qué de adentrarte en el mundo de LinkedIn, te quiero compartir algunos tips para sacarle provecho a esta herramienta y ser uno de esos colegas que se favorece de este océano azul.
Empecemos con la foto que compartes. No estás de conquista amorosa, ni compartiendo estilo de vida o en modo incógnito. Por eso es clave que inviertas en una foto profesional (preferiblemente de la cintura para arriba), con el rostro despejado y una expresión amigable.
Evita fondos “ruidosos”.
LinkedIn tiene un espacio de portada que debes aprovechar inteligentemente: hace las veces de “letrero luminoso”.
Será lo primero y más visible para quien entre a tu perfil, así que asegúrate de que comunique lo que tienes para quienes te buscan.
Te explico: así como en Instagram y Facebook planteas una estrategia con objetivos definidos antes de salir a publicar (si no lo haces, comienza de una vez) para LinkedIn también debes plantear la estrategia con objetivos bien claros.
Pregúntate: ¿quieres darte a conocer como experto en dermatología, cirugía, medicina felina? ¿O te gustaría compartir tu amplia experiencia en estudios e investigaciones? ¿Te gustaría encontrar una red local de colegas o clínicas para ejercer y trabajar por interconsulta?
Estos son algunas de las metas que puedes plantearte. Sin embargo, debes saber que existen muchos otros a los que puedes acceder y posiblemente aun no has tenido en cuenta.
Cuando te respondas qué objetivo principal te gustaría alcanzar, entonces comunica esa promesa de valor en tu portada. Canva, por ejemplo, te ayudará a dejarla bonita, y en ella escribes de forma clara y concisa: «Ayudo a [quién] a [qué] sin [dolor]», o simplemente eso para lo que eres bueno y quieres que tu red profesional conozca.
Luego de una foto profesional y una portada con información clara, completa tu TITULAR, es esa sección de texto que describe lo que mejor haces y que se encuentra debajo de tu nombre.
Esto es de alta importancia, ya que LinkedIn trabaja con un algoritmo de búsquedas que le da alta trascendencia a las palabras clave utilizadas en tu perfil. ¿Lo sabías?

Tus clientes no se tienen que reducir a solo tutores de perros y gatos.

Paso a paso para lograrlo

Otro factor de importancia para el posicionamiento y búsqueda en esta herramienta es la actividad del perfil y su red de contactos. Por lo que te invito a no ser un fantasma más que crea un perfil y se desaparece.
Como el objetivo es obtener visibilidad y conectar con aliados estratégicos, debes ser una persona activa, que comenta en las publicaciones de otros, comparte dejando su propia opinión y crea contenido que refuerce todo lo que ya comunicaste en tu información de perfil.
Para esto LinkedIn cuenta con diferentes espacios, uno es el de publicación, que funciona básicamente como cualquier otra red que ya has utilizado, con la diferencia que aquí puedes compartir desde texto, imagen, video, hasta encuestas, búsquedas de talento y documentos.
Otros espacios que te van a permitir compartir tu conocimiento y experiencia de una forma relevante y diferente son:

  • Artículos: Es una sección que funciona como tu propio blog, donde puedes mostrar tus dotes de escritor y compartir noticias o contenido educativo aportando valor a la red que estás creando
  • Boletín informativo o newsletter: son un mecanismo de suscripción que nos permite notificar a nuestros suscriptores cada vez que publicamos un nuevo artículo en la plataforma, esto a través de un correo electrónico que envía LinkedIn.
  • Publicaciones: Si ya cuentas con artículos, notas o estudios publicados en plataformas de terceros, aquí es donde puedes compartirlas y dejar un enlace para que visiten tu publicación original.
  • Habilidades: Es la sección donde puedes elegir las competencias, conocimientos y áreas de expertise posees como profesional y que son relevantes para tu perfil. Un punto a favor es que estas pueden ser validadas por miembros de tu red. Con estas validaciones, le das credibilidad a tu perfil y refuerzas tu experiencia.
  • Recomendaciones: Es un espacio donde tus contactos puede dejar comentarios positivos acerca de tu trabajo y sirven como respaldo de tus habilidades y experiencia. Puedes solicitarlas, recibirlas y escribirlas a otros. Esto garantiza la integridad y una descripción honesta de tus habilidades y capacidades.

Finalmente, mi intención aquí, más que enseñarte a usar LinkedIn, es invitarte a abrir tu mente a nuevas y diferentes oportunidades de crecimiento y visibilidad.
Mostrándote opciones de diferenciación en el mundo digital.
No todo es Meta, TikTok, bailes y viralidad y tus clientes no se tienen que reducir a solo tutores de mascota. Si estás listo, te espero en LinkedIn para que conectemos y crezcamos juntos.

En los tiempos que corren, hay que trabajar para que esos tutores de mascotas que te conocen y confían en vos sigan asistiendo a la consulta. Te compartimos herramientas de fidelización que funcionan.

Javier Sánchez Novoa
Argentina
javier.sanchez@consultoramercader.com.ar

En la veterinaria, como en la vida, lo importante no es solo que alguien llegue… sino que quiera quedarse. Y en tiempos donde conseguir nuevos clientes no siempre es fácil, lograr que quienes ya te conocen sigan confiando en vos es un objetivo tan necesario como rentable.
Fidelizar no es solo un término de marketing: es construir relaciones reales, duraderas y significativas con quienes llevan a sus animales a tu clínica. Es lograr que un tutor elija volver, una y otra vez, no porque no tenga otra opción, sino porque siente que ese es su lugar. Porque confía, se siente escuchado, bien atendido, y valorado como persona, además de cliente.
En la práctica, esto se traduce en visitas más frecuentes, mayor aceptación de recomendaciones médicas, más ventas de productos y servicios, y sobre todo, más recomendaciones boca en boca. ¿Te suena?
En esta nota te propongo 5 ideas simples, prácticas y efectivas para fidelizar a los clientes de tu clínica veterinaria.

Hacé que cada visita sea una experiencia memorable (de verdad)

Cada vez que un cliente entra por la puerta de tu clínica, empieza un recorrido.
Y lo que viva en esos minutos va a quedar grabado en su memoria, para bien o para mal. ¿Qué ve cuando entra? ¿Lo saludan? ¿Siente que es bienvenido?
Muchas veces, el foco está puesto únicamente en la parte técnica del trabajo veterinario, pero son las emociones las que generan recuerdos profundos y duraderos.
Para lograr que esa experiencia sea realmente memorable, hay que cuidar los detalles: la recepción, el trato del personal, el tono de la comunicación, la claridad en la atención y hasta los gestos más pequeños.
Un ejemplo que lo ilustra es el caso de Marina, una nueva clienta que llega con su cachorro vomitando. Ella está visiblemente nerviosa. De buena manera, en recepción la reciben con una sonrisa auténtica, hacen contacto visual y la contienen de inmediato. Le toman los datos con calma y la llaman por el nombre de su perro.
Durante la consulta, el veterinario se agacha para acercarse al animal, lo acaricia con suavidad y le explica a Marina todo lo que va haciendo, en un lenguaje claro y empático. Antes de irse, le entregan una carpeta con el carnet de vacunación personalizado y un folleto con consejos para cachorros.
¿El resultado? Marina se sintió cuidada, comprendida e informada. Volvió a atenderse y recomendó la clínica a tres amigas.

Escuchá activamente y construí confianza

La base de cualquier relación sólida —personal o profesional— es la escucha.
Pero no hablamos de “oír” mientras se piensa en otra cosa, sino de una escucha activa, real, empática. Cuando el tutor siente que lo escuchás de verdad, sin interrumpirlo y con interés genuino, se genera una conexión que va más allá del motivo puntual de la consulta.
Esa conexión es el primer ladrillo para construir confianza, que es la base de la fidelización.
En la práctica, esto se puede trabajar incluso en algo tan rutinario como la anamnesis. Cuando el profesional parafrasea lo que el tutor dijo, valida su preocupación y demuestra que está atento, el impacto emocional es altísimo. Lo mismo si toma notas frente al tutor, si hace preguntas sin apuro y si explica los pasos que a seguir de forma clara.
Un caso concreto lo protagoniza Jorge, quien llega angustiado con su gato, derivado por otro colega, con un cuadro complejo. El veterinario que lo atiende lo escucha sin interrumpirlo, toma nota, valida sus emociones, y luego le explica con honestidad y claridad las posibles causas y opciones de tratamiento.
Además, involucra al tutor en la decisión, confirmando en cada paso que Jorge entendió lo que se le dijo. El resultado: Jorge se va con la sensación de haber sido tomado en serio, respetado y contenido. Y esa sensación lo hará volver. La confianza no se impone: se construye, se cuida y se renueva en cada consulta.

Comunicá antes, durante y después

La mayoría de los clientes no recuerda fechas exactas de vacunación, ni qué marca de antiparasitario le diste a su perro, ni cuándo le toca el próximo control.
Si vos no te ocupás de recordarlo, nadie lo va a hacer por vos. Fidelizar también es estar presente antes de que el tutor tenga que pedirte algo. Es anticiparse con una comunicación activa, clara y amigable, usando los canales que usa tu comunidad: WhatsApp, email, redes, cartelería. La clave está en no dar por sentado nada: hay que decirlo, mostrarlo, enviarlo.
Un ejemplo que lo refleja muy bien es el de Sofía, que un día recibe un WhatsApp automático desde la clínica recordándole que la vacuna de su perra está por vencer.
Ella responde pidiendo un turno y en menos de cinco minutos le confirman el horario. A los dos días de aplicada la vacuna, le llega un mail con recomendaciones postvacunales y una encuesta de satisfacción muy breve. Esa combinación de eficacia, calidez y seguimiento hizo que Sofía no solo vuelva, sino que recomiende la veterinaria desde sus redes sociales.
La comunicación es parte de la experiencia del cliente, y cuanto más claro y oportuno seas, más presente vas a estar en la mente del tutor.

Aumentá la percepción de valor

No todo pasa en el consultorio. Muchas veces, lo que define que un tutor vuelva a una clínica es lo que vive antes y después de la atención médica. Si además de resolver el problema del animal, le ofrecés herramientas, conocimiento, espacios de aprendizaje o contención, esa persona va a empezar a verte como algo más que “el veterinario”.
Los clientes valoran —y mucho— cuando sienten que pueden aprender sobre la salud de sus mascotas. Y si eso lo encuentran en tu veterinaria, tenés un diferencial enorme.
Esto puede incluir desde una publicación informativa en redes hasta una charla mensual para la comunidad.
Por ejemplo, la clínica San Benito organiza cada mes una charla gratuita en su sala de espera sobre temas cotidianos pero muy útiles: prevención de pulgas, cómo viajar con tu mascota, primeros auxilios.
Los vecinos se acercan, participan, preguntan. Y luego recomiendan, porque se sienten cuidados y bien informados.
La clínica gana posicionamiento y refuerza su rol como referente de confianza.
Cuando aumentás el valor percibido, dejás de competir solo por precio. Y eso cambia las reglas del juego.

La comunicación continua es parte de la experiencia del cliente.

Haceles sentir que realmente te importan

Uno de los errores más comunes en las clínicas es dar por sentado que un cliente fiel lo será siempre.
Pero la realidad es que los vínculos, como los buenos hábitos, se cultivan.
Pequeños gestos pueden generar grandes impactos emocionales: una llamada de seguimiento luego de una cirugía, un mensaje de cumpleaños o una felicitación por WhatsApp. Y para que esto no dependa de la memoria, lo ideal es incorporarlo a los protocolos de atención y automatizar lo que se pueda.
En este sentido, el caso de “Tania” es ilustrativo. Luego de una castración, el veterinario llama al tutor para ver cómo sigue la gata. Una semana después, la asistente le envía un cupón de descuento para comprar alimento. Y al mes, un mensaje automático saluda a Tania por su cumpleaños.
Para esa familia, esa clínica ya no es una más: es “la” clínica de su gata.
Demostrar que cada tutor importa de verdad es la diferencia entre un cliente habitual y un defensor de tu marca.

Fidelizar no cuesta dinero, pero transforma la clínica

Fidelizar no es regalar descuentos, ni competir por precios. Es poner al cliente en el centro, desde la atención inicial del paciente y cliente, hasta el seguimiento posterior. Es demostrar que cada tutor que te visita que realmente importan de verdad.
Te invito aplicar estas 5 claves que no requiere grandes inversiones, pero sí constancia, compromiso y un equipo de trabajo alineado.
Si logramos que cada visita sea una experiencia positiva, si escuchamos, comunicamos y agregamos valor, no solo tendremos clientes más fieles. Tendremos defensores y promotores e influenciadores, y sobre todo, una comunidad que confía en tu trabajo.
En definitiva, la fidelización es la mejor estrategia de crecimiento sostenible que podés adoptar para tu clínica veterinaria.

Para mejorar, hay que saber dónde estamos fallando. Por eso, te invito a repasar algunos de los errores frecuentes que ocurren en las clínicas veterinarias por no revisar, medir y ajustar lo que corresponde.

Virginia Vallejo
Argentina
virginiamvallejo@gmail.com

Así como controlamos la salud de un paciente, también deberíamos revisar regularmente la de nuestro negocio veterinario.
Seguro ya escuchaste mil veces eso de “lo que no se mide, no se mejora”, pero si se repite tanto, es porque es verdad. Lo que no miramos, con el tiempo, nos pasa factura.
Por supuesto que esto no significa que vos tengas que hacer todo; si pasa el tiempo y ese diagnóstico nunca llega, es una señal clara: necesitás delegarlo.
Alguien tiene que hacerse cargo de revisar, medir y ajustar. Porque los negocios —al igual que los pacientes— no se mantienen sanos por inercia.

El mito del veterinario emprendedor

Michael Gerber lo explica claramente en The E-Myth: muchos emprendimientos surgen cuando una persona con habilidades técnicas (como atender pacientes o hacer cirugías) decide independizarse.
Pero saber hacer algo bien no garantiza saber gestionar un negocio.
Ese «mito del emprendedor» nos hace creer que, si trabajamos mucho, todo va a salir bien pero no siempre es así.
El resultado: veterinarios agotados, negocios que funcionan por inercia y decisiones que se toman a ojo, sin planificación ni datos.

Los errores más comunes (y cómo se ven en la práctica)

1. Confundir ocupación con productividad

Tener la agenda llena no siempre significa que el negocio sea rentable. Un aprendizaje clave en mi camino emprendedor —y también cuando trabajé en relación de dependencia— fue entender cuánto vale realmente mi hora de trabajo; y lo mismo aplica para cada integrante del equipo. Hacer este cálculo, por simple que parezca, cambia nuestra forma de tomar decisiones.
Nos permite identificar tareas operativas que podríamos delegar para liberar tiempo, ganar eficiencia y mejorar los resultados.
Esto no es solo una cuestión de bienestar personal, es una decisión estratégica.
Definir con claridad los perfiles de puestos, estimar el costo por hora de cada rol y analizar qué habilidades requiere cada tarea nos ayuda a asignar recursos de manera inteligente. Así evitamos desperdiciar tiempo y dinero, y reducimos esa sensación de estar corriendo todo el día sin avanzar. Lo más preocupante no es tener muchas tareas, sino dejar para después justamente aquellas que son clave para que el negocio crezca.

Si invertís U$S 15.000 en un ecógrafo, ¿no vale la pena invertir al menos el 10% de eso en contarle al mundo que lo tenés?

2. No comunicar lo que ofrecés también es perder plata

Muchos negocios veterinarios hacen grandes inversiones en tecnología, formación profesional y servicios diferenciales… pero nadie lo sabe.
Tienen ecógrafos de última generación, planes de salud, analizadores de sangre, asesoramiento nutricional, estacionamiento gratuito, baños terapéuticos… y sin embargo, no lo comunican.
Si la gente no conoce lo que ofrecés, no puede valorarlo ni elegirlo. Por eso, comunicar también es vender y el marketing no debería ser un gasto residual: debería estar proporcionalmente alineado con la inversión que hacés en tus servicios. Si invertís U$S 15.000 en un ecógrafo, ¿no vale la pena invertir al menos el 10% de eso en contarle al mundo que lo tenés? La visibilidad es parte del negocio y lo que no se comunica, se pierde.

3. No tener procesos claros, ni delegables

Cuando todo depende del dueño, el negocio está en riesgo: si esa persona se enferma, se toma vacaciones o simplemente necesita desconectarse, todo se paraliza: nadie sabe cómo facturar, cómo responder ante una queja o cómo coordinar un turno; Se pierden ventas, oportunidades, confianza; pero vivir siempre conectado, sin pausas ni descanso, tampoco es sostenible.
Hay algo aún más profundo detrás de esta situación: la falsa creencia de que “nadie lo va a hacer como yo”. Lamento decirte que he comprobado que siempre hay alguien que puede hacerlo mejor (¡por suerte!).
Y cuando delegás con procesos claros y confiás en tu equipo, no solo ganás tiempo: ganás rentabilidad. Yo misma lo viví en mis Hoteles de Gatos: delegué el 95% de las tareas operativas, ¿el resultado? Hoy somos más rentables que cuando yo estaba sumergida en el día a día de la empresa. Esa decisión me permitió salir del modo supervivencia y empezar a pensar de forma estratégica: desarrollar las franquicias, lanzar nuevos productos y crear la Academia de Petsitting.
Delegar no es soltar por soltar, es construir procesos, capacitar con intención y confiar. Porque la creencia limitante de “tengo que hacerlo todo yo” solo te lleva por dos caminos: el fracaso y/o el burnout, ninguno de los dos compatible con un negocio sostenible.

4. Marketing sin estrategia

Hacer publicaciones “cuando hay tiempo” no es hacer marketing. Es simplemente ocupar un espacio sin dirección, sin objetivos definidos ni análisis de resultados.
Es común ver posteos como “Consultas de lunes a viernes”, sin un llamado a la acción, sin destacar qué hace único al servicio, sin una propuesta de valor clara. Ese tipo de comunicación no conecta, no informa de forma efectiva y mucho menos convierte.
El marketing estratégico implica planificar, conocer a quién le hablamos, tener un mensaje alineado con los objetivos del negocio y evaluar qué funciona y qué no. Cada contenido que compartimos debería cumplir una función: atraer, informar, educar, vender o fidelizar.

5. Gestión financiera limitada o ausente

“No sé cuánto gano, pero vendo bastante” es una frase que se escucha más seguido de lo que debería. Vender mucho no siempre significa ganar dinero. Sin una gestión financiera clara, es imposible saber si el negocio es realmente rentable.
Saber cuánto vendés es apenas el primer paso. También necesitás saber cuánto te cuesta vender lo que vendés: el costo real de los productos y los servicios, los gastos operativos, los impuestos, las comisiones, el tiempo involucrado, y cuánto estás reinvirtiendo o dejando de invertir.
La gestión por percepción —basada en el “me parece”— lleva a decisiones mal informadas y pone en riesgo el futuro del negocio. Tener información clara, confiable y actualizada es lo que te permite tomar buenas decisiones, corregir a tiempo y crecer con fundamentos.

6. No profesionalizar la atención

Muchos negocios veterinarios aún atienden como hace 10 años, sin haberse adaptado a las nuevas expectativas de los tutores de mascotas. La experiencia del cliente es confusa, desorganizada y poco memorable.
Muchas de las empresas más exitosas del mundo tienen algo en común: ponen al cliente en el centro y dedican una parte significativa de sus recursos a diseñar, medir y optimizar su experiencia de forma constante. Evalúan cada interacción, escuchan activamente la respuesta del cliente y ajustan en función de su nivel de satisfacción y lealtad. Esa mentalidad es, en muchos casos, la verdadera clave de su éxito.
En el sector veterinario todavía tenemos una enorme oportunidad de mejora en este aspecto. Sabemos que los tutores valoran profundamente la eficiencia, la calidez en el trato, la claridad en la información y la continuidad en el acompañamiento. Esperan ser escuchados, recibir recordatorios, sentirse contenidos luego de una cirugía, y que alguien pregunte cómo siguió su mascota —que muchas veces ocupa el lugar de un hijo más en la familia.
La atención profesional empieza desde el primer contacto —sea presencial, telefónico o digital— y continúa incluso después de que el paciente se fue. Protocolizar, digitalizar y capacitar al equipo no es un lujo: es una necesidad para estar a la altura de un cliente más informado, más exigente y con muchas más opciones.

¿CÓMO HACER TU PROPIO DIAGNÓSTICO?

Esto no es una auditoría contable. Es un chequeo simple, realista y accionable. Te comparto los pasos que usamos en Mishmosos y que también aplico cuando acompaño a otros profesionales:

  1. Revisá tus números básicos
    Saber si tu negocio está creciendo no depende de la intuición, sino de los números. Es fundamental conocer tus ingresos, egresos, costos fijos, cuáles son tus productos o servicios más vendidos y, sobre todo, el margen real que dejás en cada operación. Porque vender mucho no siempre es sinónimo de ganar dinero. ¿Estás generando ganancias o simplemente girando en círculos?
    Una herramienta simple y efectiva es una planilla mensual de Excel o Google Sheets donde registres:
    • Ingresos por servicio o venta de producto.
    • Egresos fijos y variables.
    • Costo de mercadería vendida (CMV).
    • Margen bruto y neto.Esto te permite armar una primera versión del Estado de Resultados, también conocido como EBITDA si excluís amortizaciones e impuestos.
  2. Auditá tus procesos
    ¿Qué tareas repetís todas las semanas? ¿Hay cosas que siempre hacen de forma improvisada? ¿Podés armar un paso a paso?
    Ejemplo: cómo se agenda un turno, cómo se hace la entrega de un medicamento, qué se responde ante una queja.
    Herramienta útil: Notion o Trello para listar y asignar tareas.
  3. Escuchá activamente a tus clientes
    Hablales, preguntales qué les gusta y qué mejorarían. Las mejores ideas de mejora surgen de quienes nos eligen todos los días.
    Herramienta útil: Google Forms, encuestas cortas por WhatsApp, o una simple charla en mostrador con preguntas clave.
  4. Observá tus canales de comunicación
    ¿Lo que comunicás en redes refleja la experiencia real que ofrecés? Una buena estrategia de comunicación no solo atrae: prepara al cliente para lo que va a vivir. Si tus redes no muestran la calidad del servicio que brindás, estás desaprovechando una oportunidad clave.
    ¿Tus nuevos clientes llegan por Instagram, por Google, por recomendaciones? ¿Tenés reseñas positivas que podrías estar usando para reforzar tu credibilidad? ¿Lo que mostrás en fotos y videos realmente transmite la experiencia que vivís todos los días dentro de tu clínica?
    El marketing y las redes sociales deberían anticipar lo buena que va a ser la experiencia con vos, no subestimarla. Porque si el cliente no lo ve ni lo percibe difícilmente lo elija. Herramienta útil: Google Reviews, Metricool, WhatsApp Business, Instagram Insights.
  5. Evaluá tu rol como líder
    ¿Sos el cuello de botella del negocio? ¿O estás construyendo algo que puede funcionar sin vos en cada detalle?
    El objetivo es que te quedes solamente con las tareas en las que realmente aportás valor y que además disfrutás de hacer.
    Reflexioná: ¿qué tareas podrías delegar si tuvieras una persona más? ¿Y si lo hicieras con las que ya tenés?

Señales de alerta a las que prestar atención

Si te sentís identificado con una o varias de estas señales, es momento de poner el foco:

• Tenés muchas tareas pendientes que nunca llegás a hacer.
• Evitás mirar los números porque te abruman.
• Sentís que tu equipo no se involucra.
• Las redes están desactualizadas o no muestran lo que hacés bien.
• Tenés clientes fieles, pero no llegan nuevos.
• No sabés qué servicios te generan más ganancias.
• Te cuesta tomar decisiones sin dudar.

No es tu culpa. Nos formamos para cuidar animales, no para armar negocios.
Pero sí es tu responsabilidad empezar a mejorar.

¿Y si empezás hoy?

Muchos emprendedores no mejoran porque sienten que “tienen que hacerlo todo de una”. Y eso paraliza.
La clave está en empezar de a poco, paso a paso, todos los días. Un día actualizás los precios, otro respondés comentarios en redes, después te sentás una hora con tus números; cada 1% cuenta. Cada decisión pequeña genera una transformación más grande que el caos de intentar hacer todo de golpe. Te invito a que te animes y paso a paso vayas logrando grandes resultados.

Te compartimos herramientas para poder reconocer tu propio valor más allá de los comentarios que recibas por parte de tus clientes o las reseñas en Google. ¿Te animás a probarlas?

Escribe Guadalupe Gallo
MV y Coach ontológica
guadalupe.egallo@gmail.com

«Ser veterinario es una vocación. Desde pequeños, muchos soñamos con cuidar y salvar animales, con aliviar su sufrimiento y mejorar su calidad de vida. Sin embargo, lo que la mayoría de la gente no ve es el sacrificio que implica esta profesión y la falta de reconocimiento con la que, a menudo, nos encontramos”.
Así comenzaba una conversación con una colega y amiga hace unos años.

Cuando tu valoración depende exclusivamente de clientes, jefes o colegas, vivís en una montaña rusa emocional.

De hecho, esa también fue mi postura durante mucho tiempo y sé que es la de muchos colegas hoy. Me pregunto entonces… ¿qué nos lleva a depositar nuestro valor en la mirada del otro?, ¿cuándo aprendimos que para sentirnos valiosos necesitamos ser reconocidos desde afuera?
¿Por qué creemos que el sacrificio debe ser validado para tener sentido?
Estas preguntas abren la puerta a una conversación que hace falta tener en nuestra profesión: la conversación sobre la autovaloración profesional.

La autovaloración y la autonomía emocional: un vínculo esencial

La valoración personal, también conocida como autovaloración es una habilidad poderosa. Está relacionada con una competencia clave en inteligencia emocional: la autonomía emocional.
Cuando hablamos de autonomía emocional, nos referimos a la capacidad de tomar decisiones emocionales por cuenta propia, generar las emociones que necesitamos en el momento adecuado y asumir la responsabilidad sobre lo que sentimos y hacemos con nuestras emociones.
Ahora bien, para poder desarrollar esta autonomía, necesitamos fortalecer al menos estos tres pilares fundamentales:

  • Autoconocimiento: saber quién soy, qué siento, qué me pasa, qué necesito. Reconocer nuestras luces, nuestras sombras y también nuestras zonas de crecimiento.
  • Autoestima: aceptar quién soy y valorarme.
  • Autoconfianza: creer en mi capacidad de accionar, de aprender, de tomar decisiones, de afrontar desafíos.

Estos tres elementos son el terreno fértil donde se cultiva la autovaloración.
Imaginemos una línea: en un extremo están quienes entregan su valor por completo a lo que opinen los demás, viven para complacer, generando una fuerte dependencia emocional, mientras que, en el otro, se encuentran quienes se desconectan, se endurecen, y creen que no necesitan a nadie generando desvinculación afectiva.
Ninguno de los extremos es saludable.
El equilibrio está en el medio, y ese es el lugar de autonomía, ese lugar donde escuchamos a los demás sin dejarnos definir por ellos, donde reconocemos nuestras emociones, pero no quedamos atrapados en ellas, donde sabemos que tenemos valor y actuamos en coherencia con eso.

¿Qué conversaciones estás teniendo con vos?

Más allá del contexto en el que ejerzas, hay una conversación interna que mantenés todos los días, que moldea tu forma de “ser” dentro de la profesión. Por eso, quiero invitarte a responder estas preguntas:

  • ¿Qué cosas valoro de mí como profesional?
  • ¿En qué me destaco? ¿Qué aporto, que me diferencia?
  • ¿Qué resultados he logrado que no me estoy permitiendo reconocer?
  • ¿Estoy esperando que otro me valore para avanzar, o me reconozco yo primero?
  • ¿Qué creencias heredadas tengo sobre “cuánto vale” un veterinario? ¿Todavía me sirven?

Tomate unos minutos para reflexionar, y permitite comenzar a construir una vida profesional más coherente con quién sos y cómo querés vivir.

¿CÓMO EMPEZAR A TRABAJAR TU AUTOVALORACIÓN?

Te propongo cinco pasos sencillos y profundos:

  1. Escribí tus logros. No minimices nada. Cada paso cuenta.
  2. Registrá tus fortalezas. Hacelo como un ejercicio diario.
  3. Detectá las creencias heredadas. ¿Te estás diciendo cosas que en realidad no son tuyas?
  4. Poné límites con amor y claridad. Para cuidarte y cuidar tu vocación.
  5. Conectá con tu propósito. ¿Qué te mueve ahora?

Lo que no se trabaja, se repite

La mayoría de nosotros no recibió formación en educación emocional durante su vida. Nadie nos enseñó a regularnos, a validarnos, a hablarnos bien, a reconocer nuestros logros. Por eso, muchas veces buscamos afuera lo que deberíamos generar desde adentro. Cuando tu valoración depende exclusivamente de clientes, jefes o colegas, vivís en una montaña rusa emocional.
Una buena semana te hace sentir capaz. Un reclamo te derrumba.
Este vaivén sostenido desgasta, y en el largo plazo, no solo afecta tu bienestar emocional, sino también tu carrera, tus vínculos, tus decisiones.

Cambiar el discurso interno para transformar tu realidad profesional

Necesitamos cambiar el guión. Cambiar el “nadie valora lo que hacemos”, por un “Yo reconozco mi valor”. Me hago cargo de comunicarlo, poniendo límites, precios, energía y expectativas claras.

El tiempo es hoy

La valoración profesional no se encuentra en un cliente que te felicita, o una buena reseña de Google. La valoración está en vos, cuando te animás a reconocerte, a dejar de justificarte, a soltar el “nadie va a pagar por eso” y a ocupar el lugar que ya te ganaste con esfuerzo, compromiso y dedicación.
Porque cuando sabés quién sos y te valoras, te volvés protagonista de tu realidad, y el único capaz de lograrlo sos vos.
¿Estás listo para reconocerte como el profesional valioso que ya sos?

Durante Expo Veterinaria 2025, Maggie Briceño abordó los distintos perfiles de tutores que visitan las clínicas hoy en día. ¿El objetivo? Generar mensajes específicos que impacten en sus necesidades reales.

De la redacción de Mi Negocio Veterinario
info@minegocioveterinario.com

El mostrador de una clínica veterinaria es, muchas veces, el lugar donde se define si un cliente va a volver… o no. Y no hablamos solo de atención o de precios: hablamos de conexión real. ¿Sabés a quién tenés enfrente cuando ofrecés un servicio?
¿Conocés qué tipo de vínculo tiene ese tutor con su mascota? ¿Te asegurás de que el mensaje que das sea relevante para esa persona?
Estas preguntas fueron el disparador de la presentación “Del caos al éxito, un plan para impulsar tu punto de venta”, que brindaron Maggie Briceño, Luciano Aba y Andrés Amado durante Expo Veterinarias 2025.
Allí, la gerenta de Marketing de Mi Negocio Veterinario puso el acento en una herramienta cada vez más necesaria: la segmentación de clientes.
El concepto es simple. Pero poderoso.

La segmentación es una herramienta para entender, empatizar y personalizar la experiencia del cliente.

Se trata de dejar de ver a todos los clientes como un “promedio” y empezar a reconocer patrones en sus decisiones, necesidades, valores y formas de vincularse con sus animales de compañía.
“Sabiendo a quién le hablamos es que vamos a poder generar un mensaje realmente efectivo y atractivo que no solo promueva el buen vínculo, sino que potencie la capacidad de ofrecer correctamente los servicios que tenemos para ellos”, destacaba Maggie.
Y agregaba: “Si bien es cierto que algunos clientes pueden compartir dos o más perfiles, es clave que hagamos el intento de buscar esas características principales que unen y agrupan, al menos, a nuestros principales clientes”.
La propuesta no es teórica. Durante la charla realizada en julio, Maggie compartió un modelo práctico de segmentación “vincular” con ejemplos y mensajes orientados a promover la salud bucal.
A continuación, los repasamos.

Materno filiales

“En este caso nos referimos al caso de las personas que vemos a nuestras mascotas como a un hijo”, destacó Maggie para también avanzar. “Es un público que siempre buscará lo mejor para su perro y/o su gato. En ellos vemos a tope expresada la plena humanización, con lazos afectivos muy fuertes con sus mascotas. Son personas que se preocupan y ocupan realmente de la salud de sus seres amados”.
Este grupo suele valorar especialmente todo lo que implique cuidado preventivo, como los chequeos anuales, la odontología y los planes de salud mensuales.
También son receptivos a propuestas que incluyan alimentos premium o servicios que contemplen el bienestar emocional del animal. Están dispuestos a invertir si perciben que eso mejora la calidad de vida de sus mascotas.

Simbologistas

Este perfil representa a quienes se identifican profundamente con sus mascotas y las integran como parte esencial de su estilo de vida. Buscan servicios y productos que reflejen sus valores, su estética y su sentido de pertenencia.
La exclusividad, el estatus, las marcas de referencia y la sensibilidad a la opinión ajena son características comunes en estos tutores.
En sus decisiones pesa tanto el bienestar del animal como la experiencia que los rodea: atención personalizada, turnos VIP, grooming premium, alianzas con especialistas, productos importados y alimentos por raza son parte del universo que esperan encontrar.
Para ellos, el diferencial no está solo en el “qué”, sino también en el “cómo”.

Racionalistas

Se trata de clientes que priorizan el análisis y la eficiencia en cada decisión.
Investigan, comparan, evalúan el costo-beneficio y toman decisiones informadas. Valoran lo funcional, lo práctico y lo medible. Suelen tener una mirada más racional sobre el cuidado de sus mascotas, pero no por eso menos comprometida.
Para ellos, resulta fundamental encontrar packs accesibles y claros, turnos rápidos, opciones de pago con cuotas, servicios con seguimiento y garantías.
Están atentos a promociones, datos duros, resultados visibles. Por eso, un mensaje estructurado y con argumentos sólidos tiene más impacto que uno emocional.

Comunitarios

Este perfil incluye a tutores que se mueven por convicciones.
Son personas que adoptan, que promueven el bienestar, que colaboran en refugios, que valoran la sostenibilidad y buscan coherencia entre sus elecciones personales y los servicios que consumen.
Prefieren clínicas que les ofrezcan más que un producto: buscan contenido educativo, alianzas con ONG, beneficios para grupos familiares, productos naturales y espacios para compartir información.
Charlas, capacitaciones, canales de contención y actividades colectivas son muy bien recibidas por este grupo.

Segmentar para conectar (y vender mejor)

Lejos de ser una etiqueta, la segmentación es una herramienta para entender, empatizar y personalizar la experiencia del cliente. “Reconocer el perfil que comparten la mayoría de los clientes de estos puntos de venta permite cambiar la forma en que hoy se trabaja y orientar mensajes estratégicos y bien dirigidos para cada uno”, explicó Maggie en la charla.
¿El beneficio? Mayor conexión, más claridad en la comunicación y, sobre todo, mejores resultados. Porque hablarles a todos de la misma manera es, en definitiva, no hablarle a nadie.
Por eso, si buscás mejorar el vínculo con tus clientes, aumentar la efectividad de tus acciones y ofrecer servicios realmente valorados, la clave puede estar en esta pregunta inicial: ¿a quién le estás hablando en tu veterinaria?

El 2 de octubre se realizará la edición CIVI de VeteVisión, un espacio queaportará herramientas concretas a profesionales, dueños de veterinarias y pet shops para hacer frente a los tiempos que corren. ¡Comprá tuentrada!

De la redacción de Mi Negocio Veterinario
info@minegocioveterinario.com

En la previa del Congreso Internacional Veterinario del Iguazú (CIVI), que tendrá lugar los días 3 y 4 de octubre, verá la luz VeteVisión: un workshop presencial con cupo limitado a 50 profesionales, dueños de veterinarias y petshops que busquen herramientas concretas para afrontar los desafíos del mercado actual.

Se trata de una propuesta única, pensada en conjunto entre Mi Negocio Veterinario y CIVI, para aportar ideas y herramientas que sirvan para organizar y repensar los modelos de negocio a futuro. Vale decir también que este iniciativa cuenta con el apoyo de la distribuidora Logisvet.

En concreto, VeteVisión 2025 se realizará el jueves 2 de octubre, de 14 a 17.30 horas, en el Hotel Amerian Portal del Iguazú, Misiones, y las entradas (con un valor de $100.000) ya están a la venta ingresando en www.vetevision.com.ar

Importante es aquí mencionar que existe un 30% de descuento contemplado para quienes, además de asistir a este workshop, hayan adquirido su acceso al CIVI para los días posteriores.

Como si fuera poco, tanto desde @minegocioveterinario, como de @civi.congresoveterinario se estarán realizando sorteos vía Instagram por 4 entradas para acceder de manera gratuita al Workshop. 

¿Cuándo se sortea? El próximo 12 de septiembre.

Los disertantes

Luciano Aba y Maggie Briceño, ambos referentes de Mi Negocio Veterinario, llevarán adelante VeteVisión 2025 con la premisa de aportar ideas y generar acciones concretas que sean fáciles de aplicar en el día a día de clínicas veterinarias y pet shops.

El encuentro incorporará dinámicas prácticas, materiales de apoyo, oportunidades comerciales y la vinculación directa con otros profesionales que apuestan por mejorar las estrategias que se aplican hoy en día

Además, el workshop contará con la participación del MV Juan Pablo Luzuriaga (Veterinaria Itatí y Logisvet), quien aportará su visión en primera persona, acercando aún más los contenidos a la dinámica habitual de los punto de venta.

Los temas a desarrollar

Si bien el mismo ya se encuentra publicado en www.vetevisión.com.ar, vale mencionar los aspectos más destacados de un Programa que sin dudas captará la atención no solo del público local, sino de todos los asistentes al CIVI y también de emprendedores de países limítrofes.

En ese marco, el Programa de VeteVisión es el siguiente.

 

14.00 horas – Café de bienvenida.

14.20 horas – Apertura del Workshop

14.30 horas – El cliente cambió, ¿y vos?

14.55 horas – Estrategias para gestionar la caída en las ventas.

15.25 horas – Bonus Track: beneficios para tu veterinaria

15.50 horas – ¿Por qué los pacientes no vuelven más veces a la consulta?

16.15 horas – Break / Café y refrigerio.

16.35 horas – Marketing digital e IA, el nuevo kit de tu negocio veterinario.

17.05 horas – Ideas para aumentar los ingresos de la veterinaria.

17.25 horas – Conclusiones y cierre.

 

“Apostamos por seguir difundiendo temas vinculados al Marketing, la Gestión y la Comunicación efectiva entre los veterinarios, como herramienta real que les permitan ordenar sus empresas, ajustar los pendientes y visualizar un futuro más previsible, tranquilo y con muchas oportunidades”, destacaron los organizadores.

Entender, diversificar y potenciar tus ingresos ($) sin dejar de ser un profesional de la salud es uno de los desafíos de aquellos que administran hoy las clínicas. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué tener en cuenta?

Luciano Aba
Editor de Mi Negocio Veterinario
luciano@minegocioveterinario.com

Durante años se instaló en el rubro veterinario la creencia de que hablar de ingresos era incompatible con la profesión. Como si vender, ofrecer servicios o pensar en márgenes fuera algo que estuviera peleado con la ética o algo así.
Por suerte, esa idea empieza a quedar atrás. Hoy, hablar de dinero no solo es necesario: es un acto de gestión. Una forma concreta de garantizar la sostenibilidad del negocio y, por ende, tener la chance de cuidar mejor a los pacientes.
En esta nota vamos a recorrer las claves para entender de dónde vienen los ingresos en una clínica veterinaria, cómo analizarlos y qué estrategias aplicar para aumentar la rentabilidad, sin necesidad de sumar nuevos pacientes, trabajar más horas o aumentar precios de manera arbitraria. Porque sí, se puede vender más, sin vender más caro.

El punto de partida: ¿sabés de dónde viene la plata?

Aunque parezca increíble, muchos dueños de clínicas no tienen claridad sobre el origen de sus ingresos. Tienen una idea general —saben cuánto entra por día, por semana o por mes— pero no tienen discriminado cuánto proviene de cada línea de negocio.
No es menor: sin esa información, es imposible tomar decisiones estratégicas.
Imaginá lo siguiente: durante el último mes tu veterinaria facturó $5.000.000. Pero ¿cuánto de eso fue por consultas médicas? ¿Cuánto por la venta de medicamentos? ¿Y cuánto por alimentos balanceados o servicios como peluquería, guardería, o planes de salud?
Esa información no debería ser una intuición, sino un dato objetivo.

No se trata de vender más. Se trata de cuidar más, comunicar mejor y gestionar con inteligencia.

Entender el flujo

Cuando entendemos de dónde provienen los ingresos, el negocio se vuelve mucho más claro. La experiencia en clínicas veterinarias de Argentina muestra que, en general, los ingresos se reparten entre 5 grandes categorías:

  • Los servicios médicos veterinarios suelen representar el corazón de la actividad. Incluyen consultas, vacunas, estudios, internación y cirugías. Son frecuentes y dan reputación, pero muchas veces no se cobran con el margen que deberían.
  • La farmacia veterinaria, si está bien gestionada, puede ser una fuente de ingreso sólida. Involucra desde medicamentos prescriptos hasta antiparasitarios o suplementos.
  • Los productos de pet shop, como alimentos balanceados o accesorios, tienen un margen más bajo y exigen mucho movimiento para ser rentables, pero cumplen un rol estratégico en la fidelización.
  • Los servicios complementarios (peluquería, guardería, telemedicina) tienen menor frecuencia pero suelen ser muy rentables y diferenciales.
  • Finalmente, los convenios con criadores, ONGs o empresas aparecen con menor frecuencia, pero cuando se concretan, tienen alto impacto.

Detectar qué porcentaje del total representa cada una de estas líneas es el primer paso para empezar a tomar decisiones con lógica. A veces, se cree vivir de las consultas, cuando en realidad el alimento balanceado representa el 40% de la facturación. O viceversa: confiamos en la farmacia, pero no se le da seguimiento, y termina siendo una oportunidad perdida.

Diversificar

Una de las claves que más se repiten en clínicas que logran crecer con coherencia es la diversificación con sentido. No se trata de sumar servicios al azar, sino de analizar qué otras líneas de ingreso podrían integrarse de forma natural a lo que ya hacés, potenciando tu propuesta de valor.
Por ejemplo, si en tu clínica tenés un buen caudal de pacientes geriátricos, tal vez sea momento de ofrecer un pack que combine análisis de sangre, chequeo clínico, ecografía y asesoramiento nutricional.
O si ves que muchas familias nuevas traen cachorros, podrías lanzar un plan que agrupe vacunas, desparasitaciones, microchip y consultas programadas.
Esta lógica de empaquetar servicios no solo ayuda a aumentar el ingreso por cliente, sino que además mejora la experiencia del tutor, da previsibilidad, y refuerza la continuidad del cuidado.

Muchos dueños de clínicas no tienen claridad sobre el origen de sus ingresos.

Venta cruzada: cuidar mejor, no solo vender más

Una de las estrategias más efectivas (y subutilizadas) en las clínicas veterinarias es la venta cruzada. Y no, no estamos hablando de presionar o empujar productos innecesarios. La venta cruzada en el ámbito veterinario es, ante todo, una herramienta para mejorar el cuidado integral del paciente.
Un buen ejemplo: un perro senior llega a consulta por una renguera leve. El veterinario podría limitarse a indicar un antiinflamatorio, cobrar la consulta y listo. Pero también podría —con criterio clínico— sugerir una radiografía, evaluar la posibilidad de fisioterapia, recomendar un suplemento articular y ofrecer un alimento específico. Esa propuesta no solo es más rentable para la clínica, sino que representa un cuidado más completo y profesional.
El secreto está en detectar el momento, conocer el historial del paciente y comunicar la propuesta con empatía y lenguaje claro. No hace falta usar tecnicismos: basta con explicar el beneficio directo que esa acción tiene para la salud del animal.

Paquetes y experiencias

Otra herramienta cada vez más usada en clínicas modernas es el agrupado de servicios. Por ejemplo, en otoño se puede lanzar un Pack Estacional que incluya consulta, desparasitación, vacuna anual y revisión bucal preventiva. Se ofrece a un precio accesible, en cuotas si es necesario, y se presenta como una campaña de prevención.
La experiencia muestra que, al presentar estos servicios como un conjunto, disminuye la resistencia del tutor a evaluar cada ítem por separado y se refuerza la percepción de valor.
Este tipo de estrategias no requiere grandes inversiones, pero sí planificación y una comunicación clara desde todos los puntos de contacto: recepción, redes sociales, WhatsApp, cartelería interna y durante la consulta misma.

Comunicación alineada al negocio

Uno de los errores más comunes es suponer que los clientes ya saben todo lo que ofrecés. Pero no es así. Muchas veces no compran porque simplemente no se enteraron.
Por eso, comunicar activamente los servicios es parte fundamental del crecimiento.
Crear una grilla mensual con campañas estacionales puede ayudarte a anticipar necesidades: en febrero, prevención dental; en junio, antiparasitarios; en septiembre, campañas de esterilización. También podés segmentar envíos por tipo de paciente o especie.
Un ejemplo práctico: durante marzo, enviar un mensaje personalizado por WhatsApp a los tutores de gatos mayores de 7 años ofreciendo un chequeo geriátrico con descuento.
¿Cuántos lo están esperando y ni lo sabían?

Ingresar más dinero, sin aumentar precios

Muchos veterinarios creen que la única forma de aumentar ingresos es subiendo tarifas o sumando más turnos. Pero eso no siempre es viable ni deseable. Lo que sí podés hacer es mejorar el ticket promedio de cada cliente.
Volvamos al ejemplo. Supongamos que hoy tu ticket promedio por visita es de $30.000. Si aplicás estrategias de venta cruzada, agrupado de servicios y comunicación efectiva, ese número puede llegar a $45.000 sin agregar presión, ni saturación.
Y si multiplicás eso por la cantidad de clientes mensuales, el impacto es enorme.

Medir, comparar, ajustar

Por último, ninguna estrategia tiene sentido si no se mide.
Crear un tablero simple de indicadores —ingresos por línea, ticket promedio, frecuencia de visita— te permite evaluar si las acciones que implementás realmente tienen impacto.
Comparar trimestres similares, analizar la evolución por especie o edad del paciente y revisar mensualmente junto al equipo son hábitos de gestión que convierten intuiciones en decisiones.

Conclusión

Las veterinarias no crecen solo por sumar pacientes. Crecen cuando entienden de dónde viene la plata, deciden qué líneas potenciar y actúan en consecuencia.
Y esto, lejos de ser un tema meramente financiero, es parte de ejercer una veterinaria más profesional, sostenible y comprometida.
No se trata de vender más.
Se trata de cuidar más, comunicar mejor y gestionar con inteligencia.