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Comunicar mal no es comunicar

El tono y la estructura en base a la cual se arman los mensajes juegan un rol clave en la mayor adherencia a los tratamientos que proponen los veterinarios a sus clientes.

Luciano Aba
Editor de la Revista 2+2.
info@dosmasdos.com.ar

Captar la atención de las personas y transmitir correctamente nuestros mensajes no son tareas sencillas. Nunca lo fueron y menos en los hiperconectados tiempos en los que vivimos.
Cientos son los “ruidos” que interfieren entre lo que queremos decir, lo que decimos y lo que los otros escuchan y entienden.
Por eso, en un contexto dominado por múltiples temas que distraen nuestro día a día, es importante comprender que esta problemática nos afecta a todos.
¿Por qué es clave entonces que las y los veterinarios ajusten la forma en que se comunican con sus clientes? Por varios motivos.
En primer lugar, hacerlo les permitiría mejorar el nivel de confianza con sus clientes y colaboradores. Luego (y no menor), comunicar de manera efectiva permitirá evitar malos entendidos y sus posteriores consecuencias. A la vez, hacerlo, posibilitará un mayor porcentaje de adhesión a las recomendaciones.

¿Qué hacer?

Claro que en 3.085 caracteres es imposible abordar de manera digna la problemática de la comunicación efectiva.
Sin embargo, en ese espacio, buscaremos dejar dos conceptos estratégicos que muevan su propio interés por el tema.

Es clave comprender la importancia de identificar correctamente al receptor de nuestros mensajes, definir el tono con el cual lo abordaremos y, fundamentalmente, la estructura en la que lo comunicaremos para lograr el objetivo que estemos buscando.

1. Definir qué quiero decir y a quién

No es lo mismo hablar con el tutor de un perro, que con el de un gato o hacerlo con otro profesional veterinario. Si para los tres casos usamos el mismo tono, estaremos incurriendo en un primer error.
Es por eso que una vez que tengamos en claro a quién le vamos a hablar, avancemos en estructurar primero en nuestras mentes qué es puntualmente lo que le quiero decir y cómo se lo voy a decir.
No menor será también poder transmitir la importancia de nuestro mensaje.
Uno de los principales desafíos de la comunicación en Veterinaria es dejar de describir qué hacemos o vendemos y posicionarnos sobre el cuándo, el cómo hacerlo y por qué lo recomendamos.

2. Ordenar el discurso.

Si pudiéramos hablar como escribimos sería todo más fácil. Pero no.
El orden que podemos tener en un texto es realmente difícil de trasladar a la palabra. Si cuando hablamos, pudiéramos evitar desviarnos en paréntesis, estirar con puntos seguidos y distraer con paréntesis o palabras repetidas, todo sería mejor.
Pero no, tampoco eso es posible en todos los casos.
Por más predispuestos que estemos, es complejo desarrollar ideas expresadas y separadas por el pocas veces valorado «punto y aparte».
Difícil sería asegurar que “hablar bien es un arte”, pero seguramente debería.
Sobre todo, si consideramos los riesgos de no hacerlo.
De allí entonces, la importancia de comprender que es clave identificar correctamente al receptor de nuestros mensajes, definir el tono con el cual lo abordaremos y, fundamentalmente, la estructura en la que lo comunicaremos para lograr el objetivo que estemos buscando.

Más beneficios

No olvidemos que poder comunicarnos de manera efectiva con los clientes, nos permitirá también llevar una vida equilibrada y evitar el sentimiento de agotamiento, así como otros trastornos psicológicos.
Esta buena práctica también mejora el bienestar emocional y la autoestima, además de propiciar un incremento en los beneficios económicos de la empresa.

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