Los miedos más comunes de los veterinarios (y herramientas prácticas para superarlos)


El miedo no siempre se reconoce como tal: los veterinarios con los que conversamos los manifiestan en forma de postergación, de culpa, de excusa, de falta de decisión o de cansancio.
A continuación vamos a ponerle nombre a los miedos que más nos comparten, y a vincular cada uno de ellos con una herramienta probada de la psicología DBT, un modelo que invita a equilibrar la aceptación y el cambio.
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Mi Negocio Veterinario
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Miedo a poner límites
“Si digo que no a esto, sólo voy a generar más problemas”
En este ambiente, poner límites suele juzgarse como falta de compromiso. Pero en realidad, decir que no es una demostración de cuidado: cuidás la calidad de tu trabajo, al paciente, tu relación con colegas, jefes y tutores; y, sobre todo, a vos mismo.
¿Qué habilidad podés aplicar? DEAR MAN.
Es un guión claro que te ayuda a comunicar la negativa de forma efectiva. Sus siglas resumen los pasos: describir, explicar cómo te sentís, ser asertivo, reforzar tu pedido, mantener tu posición, mostrar seguridad y negociar.
Tenemos una nota específica sobre esta habilidad, que te dejamos acá.
Tené en cuenta siempre que poner límites, en lugar de alejarte de los demás, asegura que puedas seguir estando ahí de forma sostenible.
Miedo a hablar de plata
“Si hablo de este tema, van a pensar que no tengo vocación”
Es usual escuchar, tanto de veterinarios como de tutores, que la vocación implica no pensar en dinero. Pero, en la realidad, el veterinario necesita y merece una compensación por su trabajo y conocimiento. Evitar el tema no es una demostración de empatía ni de amor por tu profesión: al contrario. Te expone al desgaste y al malestar.
¿Qué habilidad te proponemos? ACCIÓN OPUESTA.
Consiste en reconocer los impulsos de acción que te pide la emoción que estás sintiendo (esa que ya sabés que no te lleva al resultado que querés), y hacer exactamente lo contrario.
Por ejemplo: si al hablar del costo de un estudio sentís vergüenza, probablemente tu cuerpo se cierre, tu voz se vuelva más baja y empieces a justificarte demasiado.
La acción opuesta te invita a hacer lo contrario: mantener una postura abierta, cuidar el tono y volumen de tu voz, y comunicar el valor de tu trabajo sin excusas.
Es una forma de comunicarle a tu mente que esa emoción no va a dirigir la conversación.
Miedo a delegar y perder el control
“Dejá, es más fácil que lo haga yo”
En conversaciones con veterinarios, descubrimos que delegar no es sinónimo de alivio. Al contrario: es un factor de estrés, porque implica aceptar que el resultado no va a ser exactamente el que obtendrías vos.
Pero cuando todo depende de una sola persona, el margen de error aumenta exponencialmente y el cansancio también.
¿Qué habilidades podés usar? En este caso, te proponemos una combinación: MENTE SABIA + TOLERANCIA AL MALESTAR.
La primera habilidad implica convertirse en juez entre tu mente emocional y tu mente racional. Encontrar el camino del medio entre lo que sentís y lo que sabés o pensás. No se trata de eliminar la emoción ni de volver todo racional, sino de integrar ambas perspectivas. Cuando operás desde la mente sabia, elegís qué delegar con criterio, no desde el impulso ni desde la culpa.
Una vez que tomaste esa decisión, entra en juego la tolerancia al malestar. Esta habilidad te ayuda a atravesar la incomodidad natural de haber delegado algo que te cuesta soltar. En DBT, se entrena observando la emoción sin reaccionar de inmediato y usando recursos concretos: respirar, esperar, observar sin juzgar y recién después intervenir si es necesario.
Tené en cuenta que delegar no es un acto de desinterés, si no una distribución de responsabilidades en pos de un objetivo claro: que todo salga mejor.
Miedo a perder la vocación
“Ya no tengo ganas de venir a trabajar, debe ser que ya no me gusta ser veterinario”
Si te estás sintiendo así, lo más probable no es que hayas perdido la vocación, si no que ella esté enterrada debajo de capas de cansancio, exigencia y frustración. Seguramente no hayas perdido tu deseo de ayudar ni el amor con los animales, si no el contacto con el sentido original del trabajo.
Porque cuando la rutina es avasallante y entrás en modo de supervivencia, no hay conexión emocional que aguante.
¿Qué habilidades podés usar? En este caso, también te proponemos una combinación: ACUMULAR EXPERIENCIAS POSITIVAS + MENTE DEL ESTAR
La primera implica agregarle a tu día pequeñas experiencias que te devuelvan energía y sentido. Elegir los casos que más te apasionan, decorar tu espacio de trabajo, comer algo rico entre pacientes, usar el ambo que te haga sentir bien, retomar un proyecto que te entusiasmaba o hacer un curso que te inspire. Vos sabés qué cosas te conectan con el disfrute de tu profesión: se trata de volver a darles espacio.
Conectado con eso, vas a mantenerte en la “mente del estar”. Intentá relacionarte con la realidad no solo desde la acción, si no también desde la presencia y la observación. Habitá los momentos con atención plena, sin pensar en el paciente que se acaba de ir o en el turno que está por llegar.
Miedo a hacer un balance y ver los resultados
“Los números me van a decir que soy un fracaso”
En muchas clínicas, el momento de hacer balance se vive con tensión. Revisar resultados no siempre es un ejercicio de gestión: también puede ser un disparador emocional. A veces evitamos mirar porque creemos que esos datos hablan de nosotros, de nuestra capacidad o de nuestro valor profesional. Pero evitar la realidad no la mejora: sólo prolonga la ansiedad de no saber y, en el peor de los casos, hace que las consecuencias sean más graves.
¿Qué habilidad podés usar? VERIFICAR LOS HECHOS.
En DBT, esta herramienta invita a separar lo que realmente está ocurriendo de la interpretación emocional que hacemos sobre eso: que haya bajado el ticket promedio no significa que seas mal vendedor, solamente te marca un área de oportunidad.
Pensarlo así te permite aumentar tu campo de acción y dejar de relacionar tus resultados laborales con tu valor como persona.
Hablar de estos miedos no es solo un ejercicio emocional: es una herramienta de gestión.
Aprender a enfrentarlos es lo que permite que la práctica veterinaria sea sostenible, saludable y plena.





