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¿Y vos? ¿Qué tan VeteArgento sos?

De la redacción de Mi Negocio Veterinario
info@minegocioveterinario.com

De la identidad al futuro, ¿cuál es el verdadero potencial de la veterinaria argentina? ¿Hay características que hacen a nuestros profesionales únicos en el mundo? ¿Cuáles son?

Durante todo 2024, la campaña #SoyVeteArgento encendió las redes sociales veterinarias, siempre haciendo base en el Instagram de @minegocioveterinario y sus acciones digitales.
Entre memes, frases célebres y escenas típicas del consultorio, miles de profesionales encontraron un espacio común donde reconocerse, reírse de sí mismos y sentirse parte de una comunidad con historia, desafíos y mucho por delante.
La propuesta funciona como un espejo: con humor, pero también con profundidad, reflejó las tensiones y virtudes del día a día en las veterinarias de animales de compañía en Argentina. Pero el juego no termina acá. ¡Para nada!
Desde Mi Negocio Veterinario proponemos aprovechar ese punto de partida para ir más allá del “meme” y ahora avanzar hacia una conversación honesta sobre lo que significa hoy ejercer la profesión, y sobre todo, cómo construir una veterinaria más sustentable, planificada y disfrutable.

¿Sos un VeteArgento?

En base al análisis de las respuestas a la campaña y al seguimiento de casos reales, desde Mi Negocio Veterinario identificamos al menos 7 rasgos que no solo describen la identidad profesional de muchos veterinarios argentinos, sino que también pueden transformarse en ventajas competitivas si se gestionan correctamente y en sintonía con los tiempos que corren.
  1. Capacidad de adaptación constante
    El VeteArgento está acostumbrado a navegar contextos adversos. Inflación, falta de insumos, cambios en el consumo, costos que suben y presupuestos que bajan. Aun así, logra seguir adelante.
    Esta resiliencia es una cualidad valiosa en una región donde las certezas son pocas y la flexibilidad es un activo.
  2. Vinculación emocional con clientes
    La relación con los tutores en Argentina es cercana, directa y emocional. Se construye confianza, se genera pertenencia. Pero también se corre el riesgo de que esa cercanía confunda roles. Profesionalizar ese vínculo, sin perder empatía, es un desafío… y una oportunidad.
  3. Multifunción (pero sin delegación)
    La mayoría de los VeteArgento atienden, cobran, compran, suben posteos a redes y cierran la caja. Ser multifacético no es en sí mismo un problema. La falta de organización interna es hoy una de las causas del agotamiento.
  4. Creatividad para resolver
    Con lo que hay, con lo que se puede, con lo que se inventa. El ingenio criollo se ve en el manejo clínico, en el trato con el cliente y en la gestión del negocio. El desafío es transformar esa creatividad en procesos replicables, medibles y planificados.
  5. Voluntad de aprender, pero sin tiempo para hacerlo
    La mayoría quiere capacitarse. Pero el día a día lo impide. Cursos que se compran y no se hacen, libros que no se terminan. La formación no puede quedar supeditada a un hueco libre: debe planificarse y formar parte de la estrategia del negocio.
  6. Comunicación informal
    Muchos veterinarios argentinos suben contenido a redes, responden WhatsApps, atienden el teléfono,
  7.  hacen carteles. Pero sin un plan. Y, muchas veces, sin ayuda. Saber medicina no garantiza saber comunicarla.
  8. Hacerlo todo… hasta no poder más
    Una frase que se repite en los testimonios: “Estoy al límite”. No hay horarios, no hay pausas, no hay días libres. El VeteArgento trabaja, trabaja y trabaja. Pero si el negocio depende exclusivamente de la energía del veterinario, ese modelo no es sostenible.
    Hay que cuidar al profesional para que pueda cuidar a los demás.

De lo que fue… a lo que puede ser

Durante muchos años, la clínica veterinaria fue pensada y gestionada quizás como un oficio. Un lugar donde se aprendía haciendo, donde el tiempo no alcanzaba y la vocación suplía lo que faltaba en estructura.
Ese modelo, valioso en su contexto, hoy necesita evolucionar.
La veterinaria cambió. Los pacientes viven más años y los tutores son más exigentes.
Las herramientas de gestión, administración y comunicación ya no son una opción, son una necesidad. Y el profesional, además de saber medicina, necesita saber cómo organizar su tiempo, comunicar su propuesta, liderar su equipo, gestionar su economía, atraer clientes y fidelizarlos. Y además… no colapsar emocionalmente.
No olvidemos que las encuestas realizadas por Mi Negocio Veterinario a cientos de veterinarios del país lo confirman: más allá de los desafíos técnicos, lo que más preocupa y abruma son las tareas administrativas, la falta de organización, la necesidad de comunicar mejor y la sensación de estar siempre “tapado” sin tiempo para pensar.
La campaña #SoyVeteArgento puso esto sobre la mesa con una mirada empática y constructiva.

De la identidad a la acción

Comprendiendo este contexto, desde Mi Negocio Veterinario nos animamos a aportar algunos consejos prácticos, orientados sobre todo a quienes recién abren su clínica o están reorganizando su propuesta de valor.
Todas las sugerencias parten de la experiencia concreta de otros profesionales que ya están recorriendo este camino.
  1. Medir es más importante que opinar
    El punto de equilibrio, el ticket promedio, la frecuencia de visita por cliente, el margen bruto. Estos indicadores permiten tomar decisiones.
    No hace falta un software complejo para empezar. Un Excel, una planilla simple, pero consistente, puede marcar la diferencia.
  2. Profesionalizar la propuesta de valor
    No alcanza con atender “bien”. ¿Qué te diferencia? ¿Qué tipo de atención ofrecés? ¿Por qué alguien debería elegirte? Definir la propuesta de valor es el primer paso para comunicar mejor y fijar precios con coherencia.
  3. Ordenar la administración
    Ingresos, egresos, proveedores, turnos, stock… Todo debe estar sistematizado. Las tareas administrativas no son un castigo, son una herramienta de supervivencia. Si se las deja de lado, el negocio se desordena.
  4. Comunicar con estrategia
    Redes sociales, WhatsApp, cartelería interna, contenido educativo. Todo debe responder a un objetivo. No se trata de estar en todos lados, sino de tener presencia donde están los clientes, con mensajes claros.
  5. Delegar tareas no es un lujo
    La clínica no puede girar en torno a una sola persona. Armar un equipo, aunque sea mínimo, permite crecer.
  6. Capacitarse más allá de lo técnico
    Las habilidades blandas son cada vez más valoradas: liderazgo, negociación, comunicación empática, manejo emocional. Un veterinario que aprende a decir que no, a organizar su agenda o a comunicar con claridad, está un paso más cerca de tener una clínica exitosa.
  7. Invertir en experiencia del cliente
    Desde cómo huele la veterinaria hasta cómo se entrega una receta, todo comunica. El mostrador, la sala de espera, la música, el orden visual. La percepción de calidad empieza antes del diagnóstico.
  8. Construir comunidad
    El aislamiento es uno de los grandes riesgos del veterinario independiente. Participar de redes, grupos de colegas, espacios de formación y reflexión, ayuda a compartir buenas prácticas, prevenir errores y crecer en red.

Lo mejor está por llegar

La campaña #SoyVeteArgento no fue un punto final. Es un punto de partida. Un espejo donde muchos se reconocieron.
Un disparador para empezar a mirar la veterinaria desde otro lugar.
En un contexto desafiante, pero lleno de oportunidades, el modelo de veterinaria sustentable es posible.
Y construirlo depende de animarse a dar ese salto. Con herramientas, con comunidad, con estrategia.
Porque si ya se llegó hasta acá con creatividad, esfuerzo y pasión… imaginemos lo que puede pasar cuando esa identidad se combina con planificación, liderazgo y decisión.

SUMÁ PUNTOS Y DESCUBRÍ TU POTENCIAL

Te invitamos a completar esta autoevaluación con 12 afirmaciones que reflejan actitudes, hábitos y valores presentes en muchos veterinarios y veterinarias de Argentina que trabajan con animales de compañía. Leé cada una con honestidad.

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