Ideas para impulsar la consulta veterinaria en los felinos


Editor de Mi Negocio Veterinario
luciano@minegocioveterinario.com
Margarita Briceño
Líder de Marketing en Mi Negocio Veterinario
margarita@minegocioveterinario.com
El mercado veterinario ha vivido una verdadera transformación. Mientras el número de gatos en los hogares crece sin parar, las clínicas siguen viendo que la frecuencia de visitas felinas está lejos (muy) de alcanzar su potencial.
De hecho, según las últimas estadísticas solo 4 de cada 10 gatos visitan al menos una vez por año una veterinaria.
¿Y cuántos se vacunan? Incluso menos.
¿Por qué si los gatos ocupan un lugar cada vez más importante en las familias argentinas, no logramos que crucen más seguido las puertas de la veterinaria?
La respuesta no es simple. Sabemos que el tutor de gatos tiene comportamientos distintos al de un perro; que prioriza el bienestar, pero muchas veces subestima (o no conoce) la necesidad de controles preventivos.
El estrés del traslado, el desconocimiento sobre la importancia de la consulta veterinaria y la falta de comunicación efectiva son apenas algunas piezas del rompecabezas.
En este contexto, desde Mi Negocio Veterinario, junto a Holliday Scott, y con el acompañamiento de AAMeFe, decidimos poner sobre la mesa estas inquietudes y organizar Gato Visión 2025. Convocamos a 20 referentes en el mundo felino, con realidades diversas, pero con un mismo objetivo: entender las barreras que alejan a los gatos de la consulta veterinaria y, más importante aún, pensar juntos soluciones prácticas y reales para actuar en consecuencia.
En este informe, compartimos las 8 barreras que detectamos colectivamente y, lo más valioso: propuestas concretas para que puedan aplicarlas en sus veterinarias.
No hablamos de grandes inversiones, ni de estrategias inalcanzables, sino de cambios simples, ideas creativas y herramientas que podés empezar a usar hoy mismo.
Barrera 1: Dificultades y estrés en el traslado del animal
¿Quién no escuchó alguna vez eso de “Mi gato no se deja meter en el transportador”?
¡Clásico! La sola idea de preparar el traslado ya genera ansiedad en el tutor, y ni hablar del estrés que experimenta el propio gato.
Esta es una de las razones principales por las cuales muchos optan por no ir a la veterinaria (en Argentina y en el mundo).
¿Qué soluciones podemos ofrecer? Una opción es generar alianzas con apps de movilidad locales o con remiseros pet-friendly para ofrecer un servicio exclusivo de traslado.
Otra alternativa (aunque no muy friendly para los veterinarios) es dedicar un día al mes para visitas a domicilio, especialmente para gatos geriátricos.
Y ojo con subestimar el poder de la educación: envía miniguías o transmití breves webinars, con tips para que acostumbren al gato al transportador con premios y juegos, o incluso armá un video rápido para tus redes explicando cómo hacerlo. Es clave ayudarlos a eliminar ese primer obstáculo.
Asimismo, los veterinarios presentes en Gato Visión 2025 hicieron foco en seguir avanzando en el mayor conocimiento sobre una premedicación específica, bien comunicada y efectivizada en conjunto con los tutores.
Barrera 2: Mala comunicación desde la veterinaria
Aunque a veces no se diga con todas las letras, muchos tutores no vuelven con sus gatos simplemente porque nadie se los pidió. La veterinaria no se comunicó de manera clara, ni lo suficientemente atractiva para recordarles que había que volver. Y no hablamos solo de explicar con palabras técnicas qué vacuna se aplicó o cuándo hay que volver. Hablamos de crear una experiencia de comunicación más amigable, multicanal, creativa y sobre todo efectiva.
Por eso, en Gato Visión 2025 se propusieron soluciones muy concretas, simples de implementar, y pensadas para clínicas que no tienen grandes equipos de marketing, pero sí muchas ganas de mejorar.
Una de ellas fue sencilla y poderosa: entregar al tutor un imán con un código QR que lo lleve a una página (puede ser propia o compartida entre colegas) con el calendario de salud del gato según su edad.
¿El plus? Que el calendario tenga lenguaje claro, e incluso botones para pedir turno.
¿Otra? No hay que subestimar el poder de lo físico. Una ficha con los hitos clave de cada etapa de vida del gato, disponible en la sala de espera, puede ser la excusa perfecta para hablar con el tutor sobre su próxima visita. Si le sumamos un QR que lleve a más Info o al turno online, cerramos el círculo.
También desde Mi Negocio Veterinario se propuso sumar un sticker para WhatsApp con la frase “Es hora de mi chequeo” y el link directo a turnos. Además de acciones como un Podcast veterinario o mini cápsulas en redes, con cápsulas educativas con tips, signos de alerta y cuidados básicos son una excelente herramienta para mantenerse presente en la mente del tutor.
Barrera 3: El alto costo de la consulta
Es común que algunos tutores de gatos perciban que “una simple consulta” es demasiado costosa, sobre todo si el animal no presenta signos evidentes de enfermedad. Sin embargo, lo que muchas veces está fallando no es tanto el precio, sino la percepción de valor. Y ahí hay un terreno inmenso por recorrer desde las clínicas veterinarias. ¿Algunas ideas?
- Informar para dar valor: Una estrategia es entregar al tutor, al finalizar cada consulta, un informe físico o digital detallando los hallazgos clínicos: peso, observaciones sobre el estado general y recomendaciones personalizadas. Esa hoja que muchos subestiman es una herramienta clave para que entienda que recibió un servicio profesional completo.
- Planes de salud accesibles y fraccionados: Otra vía es ofrecer planes de salud con pagos mensuales, que permitan cubrir chequeos, vacunas, desparasitaciones y controles sin que el tutor tenga que afrontar el total del gasto en un solo momento. Lo ideal: segmentarlos por etapa de vida del felino (Plan Gatito, Adulto y Senior), ajustando prestaciones y frecuencia según necesidades reales.
- Fidelización que recompensa: Los programas de puntos también pueden jugar un rol clave. Cada consulta suma beneficios: descuentos futuros, premios por derivaciones, campañas especiales. También se pueden lanzar promociones en fechas clave, como el mes del gato, vacaciones de invierno o verano, o fechas especiales como Black Friday.
El precio de la consulta es, en muchos casos, una excusa que esconde otras barreras: falta de claridad, miedo al gasto imprevisto o desconocimiento de los beneficios.
Acompañar a los tutores con información clara, alternativas de pago y propuestas adaptadas a cada necesidad puede transformar esa percepción negativa en una oportunidad.
Barrera 4: “Los gatos no se enferman”
Es otro de los clásicos, ¿no? Los tutores de gatos tienden a pensar que, si el animal está comiendo, jugando y no muestra signos evidentes de enfermedad, no hay motivo para llevarlo a la consulta veterinaria.
La pregunta es: ¿cómo romper con esa falsa seguridad del tutor?
En primer lugar, los asistentes a Gato Visión 2025 coincidieron en que está en manos de los veterinarios visibilizar la importancia de la medicina preventiva. Y no solo desde el mostrador, sino en cada espacio posible: redes sociales, mails, cartelería, recordatorios automáticos e incluso en las charlas y capacitaciones que muchos referentes brindan.
Una de las propuestas que acercamos desde Mi Negocio Veterinario tiene que ver con la importancia de la detección temprana de enfermedades silenciosas.
¿Cómo es esto? Claro, para poder vencer esta barrera que hace que pocos tutores lleven a sus gatos a la veterinaria, sería interesante ofrecer campañas concretas o bien generar una estrategia de WhatsApp y mails a clientes con gatos jóvenes o adultos que regularmente compran alimento o accesorios, pero no pasan por la consulta veterinaria.
Otra de las propuestas tuvo que ver con generar un “Test de edad felina” en redes sociales y también en la clínica. Este sería un test interactivo, donde los tutores responden preguntas sobre su gato y reciben un diagnóstico en términos de “edad real felina” + recomendaciones de chequeo. Se pueden imprimir carteles físicos con QR al test para que los tutores lo hagan mientras esperan.
Barrera 5: Los tutores no tienen conocimiento preventivo
Una de las barreras más profundas —y a la vez más invisibles— que enfrenta la atención felina en Argentina es la falta de conocimiento preventivo por parte de los tutores. No es que no quieran cuidar a sus gatos: simplemente no saben cuándo, cómo o por qué hacerlo más allá de una urgencia o una vacuna aislada.
Una de las estrategias propuestas es aprovechar eventos o ferias pet-friendly para instalar un espacio de atención rápida y educativa, bajo el concepto “Chequeo felino en 20 minutos”. En estas jornadas, se puede crear un módulo de revisión “express” en clínicas móviles o stands bien identificados, donde se entregue una checklist con recomendaciones.
Otra idea poderosa compartida desde Mi Negocio Veterinario es el armado de un kit preventivo para nuevos tutores, que la clínica puede entregar al momento de la adopción. El objetivo es capitalizar ese momento inicial de vínculo con el animal, enviando información clara sobre salud, alimentación, comportamiento y calendario de controles. Esa primera impresión —acompañada de buenos datos— puede marcar una diferencia real.
La clínica también puede generar un diferencial organizando un taller de bienestar felino, presencial u online, con clases breves sobre salud preventiva, manejo del estrés, higiene y detección de signos de enfermedad. Este tipo de iniciativas empodera al tutor y fortalece su vínculo con el equipo veterinario.
En resumen: la prevención empieza por la información.
Barrera 6: Mala experiencia en la veterinaria
Pocas cosas son tan difíciles de revertir como una mala experiencia. Y, lamentablemente, los gatos —sus tutores— no siempre se van con la mejor sensación luego de visitar una clínica veterinaria.
Frente a esto, la primera propuesta es ir al hueso: capacitar al equipo en habilidades blandas, enfocándose en la comunicación con los tutores.
No podemos dejar de lado lo más visible: el entorno físico. Muchas veces, lo que define la experiencia de un tutor es tan simple como si había o no lugar para sentarse, si el ambiente era ruidoso o si el lugar olía mal.
Hacer un diagnóstico sincero sobre las comodidades que brinda la clínica —teniendo en cuenta el perfil de los clientes— puede derivar en pequeñas pero poderosas mejoras. Porque, como dice la frase: como te ven, te tratan.
Pero sabemos que no alcanza solo con mejorar lo que pasa puertas adentro. Es necesario también sanar las huellas de lo que pasó antes. Para eso, una estrategia efectiva es mostrar públicamente cómo se trabajó para revertir una situación negativa. Por ejemplo, publicar un testimonio real de un cliente que recuperó la confianza en la clínica puede tener más impacto que cualquier campaña publicitaria.
Barrera 7: Falta de servicio completo desde la clínica
Muchas veces, los tutores no vuelven porque no encuentran todo lo que necesitan en un solo lugar. Y no hablamos solo de tener un laboratorio o un quirófano equipado, sino de poder ofrecer una experiencia integral: donde el chequeo general se complemente con una consulta con el especialista adecuado, sin tener que pasar de clínica en clínica.
Una gran solución es diseñar un modelo de suscripción mensual a un Plan de Salud Felino, en el que los tutores paguen una cuota fija que incluya chequeos regulares, vacunas, desparasitaciones y acceso a consultas con especialistas. Esta modalidad, además de facilitar la planificación financiera del tutor, genera un ingreso constante para la clínica y fomenta la fidelización.
Y si todo esto no fuera suficiente, siempre existe la posibilidad de apoyarse en la consulta especializada a distancia. Es decir, que durante la consulta general, el veterinario pueda comunicarse con un colega especialista (a través de videollamada, audio o chat) y, juntos, tomar decisiones clínicas más informadas. Esto no solo eleva el nivel del servicio, sino que también transmite al tutor un compromiso profesional que muchas veces termina marcando la diferencia.
Barrera 8: “Mi gato no se deja revisar”
El clásico “el gato no se deja tocar” no solo frena visitas al consultorio, sino que también genera frustración en los tutores, estrés en los gatos y un mal recuerdo para todos. Pero atención: que un gato no se deje revisar no significa que no se pueda revisar. Significa que necesita otra manera de ser abordado.
Una idea que se propuso en Gato Visión 2025 tuvo que ver con generar una primera consulta sin procedimientos, en la que el gato simplemente conozca al profesional, a la sala, a los olores y al entorno. Esa media hora es, en realidad, una inversión en un vínculo que después permite trabajar mucho mejor.
Otra herramienta simple pero poderosa: asignar horarios especiales para la atención felina. Que no haya perros en sala de espera, que el tránsito externo sea más bajo, que no haya música fuerte ni ruidos de fondo. Un “bloque felino” semanal puede ser la clave para que más tutores se animen a venir y repetir.
¿Por qué no anticiparse? Otra idea es enviar, junto con el turno, un PDF o un video con consejos sobre cómo trasladar al gato, cómo acostumbrarlo a la transportadora, a qué señales prestar atención, etc., puede marcar la diferencia.
Reflexión final
Después de repasar estas 8 barreras, queda claro que no es casualidad que muchos gatos no lleguen a la veterinaria. Detrás hay una mezcla de creencias, hábitos, desinformación… y también falta de estrategia por parte nuestra. Pero lo más importante es que cada una de esas barreras puede ser superada, siempre que seamos capaces de empatizar con el tutor y, a la vez, de profesionalizar la gestión de nuestra veterinaria.
Desde Mi Negocio Veterinario creemos firmemente que la rentabilidad y la eficiencia no están peleadas con el bienestar animal, ni con la cercanía con el cliente. Y por eso, cada taller, cada evento, cada contenido que generamos busca justamente ese equilibrio: darle herramientas reales a los veterinarios para que gestionen mejor sus negocios, disfruten más su profesión y se animen a romper moldes.
Este informe sobre lo ocurrido en Gato Visión 2025 no es más que un ejemplo de lo que proponemos: sentarnos, escuchar, identificar obstáculos y transformarlos en oportunidades concretas. No para «vender más por vender», sino para brindar un servicio de excelencia y, al mismo tiempo, sostener clínicas veterinarias sanas, rentables y en crecimiento.