¿Cómo lograr que el éxito de la clínica no dependa del desgaste del veterinario? - Mi Negocio Veterinario
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NOTA DE TAPA

¿Cómo lograr que el éxito de la clínica no dependa del desgaste del veterinario?

Parecería una misión imposible. Pero se puede. Aun con los múltiples desafíos a los que se enfrentan los profesionales en su día a día, es factible parar la pelota, organizarse y generar mejoras de alto impacto.

Luciano Aba
Editor de Mi Negocio Veterinario
luciano@minegocioveterinario.com

Si hay algo que caracteriza a los veterinarios en Argentina es su capacidad de hacer de todo, todo el tiempo. No solo atienden pacientes, diagnostican y tratan enfermedades; también gestionan turnos, resuelven consultas por WhatsApp, responden preguntas en redes sociales, manejan stock, pagan cuentas, negocian con proveedores y, en muchos casos, hasta limpian su propio consultorio. Entre tantas tareas, el ejercicio real de la profesión se disputa mano a mano el protagonismo en su vida laboral.
¿Es posible encontrar un equilibrio?
¿Cómo hacer para que la veterinaria no dependa solo del esfuerzo constante y el desgaste del veterinario?

El éxito en la veterinaria: más que vocación, organización

Para muchos veterinarios, el éxito es poder vivir de lo que aman sin preocupaciones económicas. Para otros, es crecer, invertir en equipos de última tecnología o ampliar su clínica. Sin embargo, lo que todos comparten es la necesidad de encontrar un equilibrio entre lo que les apasiona y lo que les permite vivir bien. En este contexto, el éxito no es solo atender muchos pacientes, sino lograr que cada consulta tenga un impacto positivo en la rentabilidad del negocio.
La realidad es que una clínica veterinaria es una empresa, y como tal, debe ser administrada con profesionalismo. Sin una estructura de costos clara y una planificación estratégica, el riesgo de que los números no cierren es alto. No alcanza con tener habilidades médicas: las clínicas deben aprender a vender servicios sin perder el foco en la medicina veterinaria.
Pero vender no significa presionar al cliente, sino educarlo en la importancia de los tratamientos y la prevención.
Además, la falta de tiempo es uno de los principales problemas que enfrentan los veterinarios. Se ven atrapados en una rutina frenética en la que no solo deben atender a los animales, sino que también ocuparse de la parte comercial y administrativa del negocio. Su jornada no termina cuando finaliza la última consulta del día; sigue con la limpieza del consultorio, la actualización de historias clínicas, la compra de insumos, la gestión de pagos e impuestos y la comunicación con proveedores.
Además, en muchos casos deben atender el mostrador, responder consultas médicas tanto presenciales como por redes sociales y WhatsApp, coordinar turnos, manejar la administración financiera y capacitarse constantemente para estar al día con los avances de la profesión.
Y si todo esto parece abrumador, hay que sumarle la parte personal: muchos veterinarios apenas logran compatibilizar su vida laboral con el tiempo en familia, el descanso y el ocio. En definitiva, el estrés no solo impacta en su bienestar, sino también en la calidad del servicio que brindan y en la rentabilidad de su negocio.
El 73% de los veterinarios admite sentirse sobrepasado por la cantidad de tareas que deben gestionar en su día a día. Esta carga de trabajo no solo genera agotamiento, sino que también puede afectar la calidad del servicio y la relación con los clientes.

Las 4 claves para activar tu veterinaria

A lo largo del tiempo, he identificado 4 pilares que pueden marcar la diferencia en la gestión de una veterinaria. Sin planificación ni control, es muy fácil perderse en la rutina y dejar que el negocio funcione en piloto automático, lo que muchas veces significa perder oportunidades de crecimiento.

  1. Definir un plan y una estrategia: No se puede gestionar una clínica sin una hoja de ruta clara. El modelo CANVAS es una gran herramienta para entender qué ofrecemos, a quién y cómo podemos diferenciarnos de la competencia. Tener un plan de acción evita que todo dependa del día a día y ayuda a fijar objetivos alcanzables.
  2. Escuchar y comunicar de manera efectiva: La buena comunicación con los clientes no es solo una cuestión de simpatía. Es clave evitar malentendidos y asegurarse de que el tutor comprenda cada recomendación. Muchos conflictos en veterinarias surgen por falta de claridad en los presupuestos o en las explicaciones de los tratamientos. Informar bien es parte del servicio.
  3. Medir lo que importa: Sin datos, no hay decisiones estratégicas. Hay que conocer la cantidad de consultas que se hacen al mes, el ticket promedio, la frecuencia de visitas de los clientes recurrentes y qué servicios generan más ingresos. Un cliente que aumenta su frecuencia de visitas de 1 a 2,5 veces por año puede representar más del doble de facturación.
  4.  Cobrar todo (o casi todo): ¿Cuántas consultas no se cobran? ¿Cuántos diagnósticos se dan por WhatsApp sin cargo? Hay muchas veterinarias que, sin darse cuenta, están regalando trabajo y conocimiento. Si queremos que la veterinaria sea rentable, hay que ponerle valor a cada servicio, incluso a aquellos que parecen mínimos.

Entender a quién le hablamos: clave para la comunicación y la venta

Uno de los errores más comunes en las veterinarias es creer que todos los clientes son iguales y que basta con ofrecer los mismos servicios de la misma manera para atraerlos.
Sin embargo, la realidad es muy diferente.
Para que una veterinaria pueda vender sus servicios de manera efectiva, debe saber exactamente a quién le está hablando.
Conocer al cliente no solo ayuda a definir qué servicios ofrecer, sino también cómo comunicarlos. ¿Cómo le explicamos a una persona que tiene un vínculo materno-filial con su mascota la importancia de un plan de salud integral? ¿Cómo convencemos a un cliente racionalista de invertir en una cirugía preventiva?
La clave está en adaptar el mensaje según el perfil de cada cliente y sus necesidades específicas. No se trata solo de saber qué decir, sino cómo decirlo.

No se trata sólo de atender, si no también de gestionar

Gestionar una veterinaria va mucho más allá de atender pacientes. Significa pensar en la clínica como un negocio, en medir lo que funciona y lo que no, en ajustar estrategias y en entender que cobrar bien por los servicios es parte del respeto al trabajo veterinario.
La sustentabilidad del negocio no está solo en atraer nuevos clientes, sino en lograr que vuelvan y confíen en cada recomendación.
En un contexto donde los veterinarios parecen hacer malabares para sostener su negocio, atender pacientes y cumplir con todas las demandas del día a día, es fundamental encontrar herramientas que permitan estructurar la clínica sin que todo dependa de su esfuerzo personal. La clave está en reemplazar la improvisación por estrategia y tener en claro que el conocimiento técnico no es suficiente: hay que complementarlo con herramientas de gestión. No alcanza con ser un excelente veterinario; hay que aprender a ser un buen gestor.

Segmentación de clientes: ¿quiénes son y qué buscan?

No todos los clientes son iguales. Entender qué tipo de vínculo tienen con sus mascotas nos ayuda a adaptar la oferta y mejorar la relación con ellos. Hay clientes materno-filiales, que tratan a su mascota como un hijo y priorizan su bienestar a toda costa; los comunitarios, que buscan atención para animales rescatados o colonias de gatos callejeros; los simbologistas, que valoran la exclusividad y prefieren servicios premium; y los racionalistas, que analizan el costo-beneficio de cada tratamiento antes de decidir. Cada perfil requiere una estrategia distinta para fidelizarlos y ofrecerles lo que realmente necesitan.

La importancia de los indicadores de gestión y el punto de equilibrio

Medir es clave.
La facturación total dice poco si no se analiza en detalle cómo se distribuyen los ingresos y qué tan eficiente es la clínica.
Un dato revelador: si una veterinaria tiene 10 clientes que solo visitan la clínica una vez al año y gastan $9.200 en cada consulta, la facturación anual será de $92.000. Pero si esos mismos clientes aumentan su frecuencia a 2,5 visitas al año, el ingreso pasa a $230.000.
La clave está en retener clientes y aumentar la cantidad de servicios que contratan.
Otro concepto esencial es el punto de equilibrio, que marca el nivel de facturación necesario para cubrir todos los costos fijos y variables de la clínica sin generar pérdidas. Para calcularlo, hay que considerar los costos fijos (alquiler, sueldos, impuestos, seguros), los costos variables (insumos médicos, descartables, reactivos) y el margen de ganancia de cada servicio.
Por ejemplo, si una veterinaria tiene costos fijos mensuales de $800.000 y cada consulta deja una ganancia neta de $4.000, el punto de equilibrio sería de 200 consultas al mes.
El foco debe estar en que los clientes vuelvan, no solo en atraerlos una vez. No olviden que buena parte de los tutores no recuerda cuándo fue la última vez que llevó a su mascota al veterinario.

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